amanece
flota el somier tendido
no cabe quietud por temor a explotar
nos sobresaltó recién un extraño canto de gallo
flama ahogada que por fin
despierta en los troncos
ese despertador fue sirena
abrazo de despedida al borde
en cada
onírico barco
desayunamos a la una de la tarde
las manos vencidas en la mesa
dejan que el silencio las acaricie
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