domingo, 19 de octubre de 2025

6


   ¿Qué olor tendrán las conchas? Tienen que tener un olor rico porque cuando a una chica se le ve la bombacha en el colegio es algo lindo. Pero la de la vieja Rossetto es un asco, y seguro tiene un olor feo, por eso se debe pasar tanto jabón. El aire caliente me pega en la espalda transpirada, hay nubes anaranjadas allá lejos y olor a asado. Tengo los botines en el cuello y uso la bici de la mami. Hoy corrí y salvé el córner, y el técnico me felicitó:
   —¡Bien, pendorcho!
   A ninguno de mis compañeros le da vergüenza andar en calzoncillos en los vestuarios, ni les importa viajar seiscientos kilómetros y jugar un amistoso pedorro a cuarenta grados de calor. Viajan en un Renault 12 Break descalzos, sentados en el baúl con la puerta abierta, arrastrando los dedos en la tierra. Yo tengo las uñas largas, y me retan: a veces no puedo patear bien. A las luces de la cancha las apagan, y el cielo es azul oscuro.
   A las ocho entró un barbudo de la primera a entrenar solo. Corrió de arco a arco y se sentó arriba del fulbo en el medio de la cancha a mirar lejos. Tenía la cara rara. Como el Paco cuando encontramos la banana de plástico.
   Jugábamos en la casa al camai-camai, y vimos la banana en la cama de la pieza de la madre. El Fede le preguntó qué es, y el Paco le dijo:
   —Un masajeador de piernas de mi mamá.
   —¿Y anda a pilas?
   —No sé, creo que también se enchufa.
   Nos reímos un montón, y el Fede:
   —¿No ves, estúpido, que a esto tu mamá se lo mete en el culo?
   El Paco agarró la banana y se sentó en la cama a mirarla.
   —Váyanse —dijo.
   No me acuerdo quién le dijo que era un chiste. Corrió al baño y cerró con llave. Después nos dijo que nos fuésemos de una vez.

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