Comemos en la casa del nono. Es Año Nuevo y hace mucho calor. Después de las doce ya paso a Séptimo Grado. Una araña teje entre dos pilares de la galería. La casa del nono es re-picante. En el patio hay un aljibe tapado con cemento, y el nono me quiere charlar de que ahí enterró a unos muertos hace quince años. Hay un pasillo largo que nunca miro de noche, después el baño lleno de óxido y la bañera vieja, fresquita. Al nono le falta una pierna porque fuma mucho. A veces lo dejan sentado en la esquina de los semáforos a mirar los autos, yo le agarro la silla de ruedas y se la hago dar vueltas y mueve la cabeza para todos lados y no me ve. Cuando freno se pone contento, me toca la cabeza y empieza el juego:
—Vos decí siempre “ca”.
—Bueno.
—María la lo…
—…ca.
—Tiene una va…
—…ca.
—Que hace la ca…
—…ca.
—Sobre tu bo…
—…ca.
Los chicos comemos afuera y los grandes adentro. Veo la quinta y la higuera. Mi hermana dice que si agarrás mucha sombra de la higuera, te morís. Siento un alboroto adentro y veo a mi papá: sale arrastrando la silla de ruedas con el nono arriba. Todos gritan, el nono tiene la cara lila.
—¡Se ahogó con el huevo, se ahogó! —grita la abuela y se larga a llorar.
Parece muerto, pero tose, y mi papá le pega en la espalda. Tose de nuevo y respira. Se vuelven adentro. La tela de araña es gigante. Por ahí el nono se murió y no nos enteramos. El tío me lo explicó bien cuando me saqué una mala nota en geometría porque no entendí la diferencia de las figuras y los cuerpos. Me dijo que las computadoras del futuro van a ser en tres dimensiones, y le pregunté qué es eso. Y dibujó un cuadrado, después otro cuadrado arriba un poco corrido, y unió los vértices con líneas hasta que vi el cubo. O sea que antes era un cuadrado de dos dimensiones, y ahora un cubo de tres, igual al mundo, hecho en tres dimensiones. Largo, ancho y profundidad.
Si agarro la tela de araña y le dibujo otra igual arriba y le uno los vértices -pero cualquiera con cualquiera-, por ahí descubro dimensiones raras. A lo mejor el nono en alguna dimensión se murió, y en otra a lo mejor ni se le atravesó el huevo. Por ahí hay una dimensión donde el nono vive con el huevo en la garganta para siempre. ¿Yo me habré muerto en otras dimensiones? A lo mejor sí: siempre sueño que me muero, o despierto y mi papá y la mami duermen tapados hasta la cabeza… pero cuando saco las colchas son esqueletos.
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