como quien oye llover
sin despegar la vista del libro
oigo a mi esposa dejarme
los cajones se abren y golpean
con melancólica violencia
los cierres de los bolsos
abren tajos en la materia aérea
jamás hubo tanto silencio
los taconeos por la casa
el segundero que marca la hora
en que vuelvo a ser otro
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