viajamos hacia el frío
sin saber cuándo
la oscuridad decretará
lo suficiente
la soledad
y toda su oscilante timidez
empieza a acariciarnos
debemos cerrar los ojos
dejarla hacer
con el tiempo recorrerá nuestro cuerpo
parte por parte
con sus palmas mudas
probando pavorosa
cada cicatriz
hasta devorarnos por completo
¿de dónde viene
a sacarnos de a poco la ropa
a abrirnos la cama?
el abandono
con su tarde plateada
acaricia el agua
de los ojos
en el fondo es cobarde
la muerte
toma el rostro del cadáver
para mirarnos
el recuerdo de la fiesta
la niña dormida
en la hamaca bamboleante
con una guirnalda de cumpleaños
enredada en el tobillo
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